UN MAL QUE SE PUEDE EVITAR Muerte súbita: “ningún deportista está evaluado correctamente”


Un estudio óptimo debe incluir examen físico, ergometría, electro y ecocardiograma con Doppler, afirma un especialista en el tema.

INFALTABLES. La ergometría y el ecocardiograma Doppler muestran detalles valiosos para la evaluación médica.
María Ester Véliz
LA GACETA
Cada vez con mayor asiduidad se suceden las muertes súbitas en deportistas jóvenes, adolescentes y hasta en niños. El caso del jugador de básquet tucumano Mario Luis Yane, de 30 años, y el del defensor de Altético Paraná, Cristian César “Patulo” Gómez, de 27 años, son los ejemplos más recientes. El primero sufrió muerte súbita mientras entrenaba. El segundo se desplomó en pleno partido y sufrió muerte súbita camino al hospital. Sin embargo, los estudios de rigor hechos a Patulo consignaban que estaba “en buenas condiciones físicas”, informó José Cáceres, presidente del club. Pero en medios televisivos trascendió que el deportista le habría dicho a sus pares que sus estudios “no salieron del todo bien”. Y el comentario sembró dudas.

El cardiólogo y especialista en medicina del deporte del Hospital Padilla, doctor Flavio Villafañe, es taxativo en su análisis. “La sociedad se entristece, se suspenden partidos, se rinden homenajes y lamentablemente seguirán ocurriendo muertes súbitas porque las cosas no se hacen correctamente”, enfatizó en su charla con LA GACETA.

- ¿En qué se basa para afirmar que las cosas no se hacen bien? 

- Ningún de deportista está evaluado en forma óptima, aunque se intenta hacer creer que sí lo están. A diario vemos en el consultorio niños, deportistas ocasionales, amateurs y profesionales de alto rendimiento que no están evaluados correctamente. La principal causa de la muerte súbita es cardíaca, y se produce por la incompleta evaluación médica.

- ¿En qué falla la evaluación médica?

- La mayoría (sobre todos los más chicos) necesitan un certificado de “apto” o “no apto” para el colegio. Tal certificado está basado sólo en el examen físico. Con nuestros estetoscopio, ojos y manos -si tenemos suerte, experiencia y sentidos muy desarrollados- quizás encontremos algún soplo o algo que nos llame la atención, o tal vez nada. Cuando son más grandes y empiezan a practicar deportes, los clubes y asociaciones piden un rudimentario examen físico y un electrocardiograma. Esto es un poco mejor, ya que los cardiólogos entrenados podemos ver algo más: identificar un Síndrome de Wolff-Parkinson-White, un Síndrome de Brugada, algún trastorno en el sistema de conducción eléctrica, alguna arritmia, alguna sobrecarga. Pero también puede ocurrir que el electrocardiograma no nos muestre nada de esto. Aquí estaríamos estudiando un auto con el motor apagado y estacionado (grafica).

- Entonces ¿qué otros estudios debe tener un buen chequeo?

- Por los menos otros dos estudios importantes: la prueba de esfuerzo y el ecocardiograma con Doppler. La prueba muestra el comportamiento de la presión arterial, las arritmias generadas por el esfuerzo y otras cosas más, sacamos el auto a la carretera (sigue graficando). Pero para ver cómo funciona el motor, es decir, el corazón, es indispensable el ecocardiograma con Doppler. Este nos permite ver cómo funcionan las válvulas y si hay algún defecto congénito: comunicación interauricular o interventricular, prolapso valvular mitral, enfermedad de Ebstein, miocardiopatía hipertrófica simétrica o asimétrica, disfunción del ventrículo izquierdo, dilatación del ventrículo derecho, quizás debido a una displasia arritmogénica, miocardiopatía no compactada. En fin, varias irregularidades que es común no detectarlas con el examen físico, el electrocardiograma e inclusive con la prueba de esfuerzo. La verdad es que estos detalles se escapan de los otros métodos de diagnóstico porque no aparecen o porque los cambios son tan sutiles que son casi imperceptibles.

- Sabiendo todo esto ¿por qué no se hace una evaluación correcta?

- En la falta de evaluación óptima hay varios responsables: ignorancia, desinterés, costo económico, mala información, obras sociales que no cubren estudios de prevención, clubes y federaciones que no hacen obligatorias estas prácticas. Los gastos de estas pruebas deberían ser absorbidos en forma conjunta por los clubes, las federaciones, las obras sociales y los familiares del paciente. Creo en la prevención y por eso considero imprescindible que todos los lugares donde se realicen prácticas deportivas cuenten con un equipo de reanimación cardiopulmonar que incluya un cardiodesfibrilador (hay equipos inteligentes de un costo aceptable), un plantel médico y y paramédico con gente entrenada en técnicas de reanimación cardiopulmonar.

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