Menos tele, menos compu y más aire libre para los chicos



AL AIRE LIBRE. Una nena se entretiene en el sector de juegos de la plaza Belgrano; el movimiento es una herramienta de desarrollo físico y mental. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO.

¿Cuál es la gran deuda que tienen las ciudades con la infancia? El movimiento. El juego. Algo tan intrínseco en los niños... Sin embargo, muchos de los que viven en los centros urbanos suelen moverse poco, y el juego al aire libre es tan escaso como los espacios pensados para ellos. 

Según el informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la Infancia (2013), el 45,4% de la niñez y adolescencia urbana no alcanza los niveles recomendados de actividad física. El 52,8% de los chicos entre 5 y 17 años dedica menos de 40 minutos diarios a jugar al aire libre: correr, trepar, andar en bicicleta y patines. Además, el 42% de los niños de entre 5 y 12 años juega al aire libre menos de tres veces por semana, detalla el informe difundido por la Fundación Arcor.

A través del movimiento, los niños no solo desarrollan sus habilidades físicas, sino que aprenden, crecen, ejercitan la imaginación, conocen sus límites. Por esa razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños, niñas y adolescentes realicen actividades físicas en forma de juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas o educación física, todos los días al menos durante unos 30 minutos. Los chicos que crecen en las ciudades no cubren ni la mitad de lo que se considera ideal. 

En muchos casos, el Jardín de Infantes viene a llenar ese tiempo de juego y movimiento. “Los niños llegan con un lenguaje breve y con palabras tomadas de los dibujitos, como ‘óyeme’, ‘calcetines’, ‘pastel’ y en los cuerpitos se observa la falta de actividad física: pantorrillas poco desarrolladas, falta de destreza y agilidad, poco impulso para reaccionar y escasa prensión en las manos”, cuenta Alejandra Sánchez, maestra jardinera desde hace 28 años que se desempeñó en diferentes establecimientos. 

Esto les da la pauta a las maestras de cómo es la cotidianidad de esos niños: se cae poco, no está acostumbrado a sostenerse, arrastrarse, trepar. Es decir: vive más horas entre cuatro paredes que de esparcimiento.

En general, los padres reconocen esta falencia. Sin dudas, a muchos les gustaría dedicarle más tiempo al juego y evitar tener que apelar a la tecnología para que los chicos se distraigan. “Los días de juego con mi hijo de tres años son los fines de semana, cuando vamos a un club donde su papá juega al fútbol y los domingos, a una casa que tenemos en Los Nogales”, reconoce Luciana Martínez. Algo parecido le pasa a Milagros Barrera, que reconoce que durante la semana recurre a los libros para colorear y a la computadora para que su hijo de dos años se entretenga. “Siento que debería sentarme con él y dedicarle más tiempo a los juegos didácticos”, agrega. 

Todo lo contrario le sucede a Cristian Faralle, que redescubrió el juego gracias a su hija mayor que tiene dos años. “Jugamos a la pelota, con los autitos, a la pilladita, a la escondida, con los bloques... Le encanta ir a la plaza. Y cuando no podemos, salimos a caminar o ‘andar’ en triciclo por el barrio. Y digo andar, porque todavía no pedalea y hay que empujarla”, explica. 

“El juego es la actividad central en la vida del niño. Desde que comienza a gatear quieren subir el sillón, las escaleras, todo”, dice la maestra Sánchez. Si la casa es estrecha y no hay patio, entonces la plaza y el Jardín de Infantes, son los sitios en los que se canaliza esa necesidad de movimiento. “Muchas veces, el jardín es el único lugar que tiene el niño para jugar”, añade. 

De ahí la importancia de que el juego sea central en la vida de los pequeños. Con el vendrá el conocimiento. “Armar un tren donde cada uno es el vagón les enseña muchas cosas: el orden, los números, las secuencias, los tamaños, la relación con el otro”, ejemplifica Sánchez. 

El juego les permite decir cosas que de otra manera no dirían. “Los títeres, por ejemplo, nos deja conocer muchas realidades”, añade. Lejos de ser una pérdida de tiempo, es un camino para vencer miedos, complejos, calmar angustias, liberarlos, darles confianza, permitirles que conozcan sus límites físicos y el respeto por el cuerpo propio y el del compañero. Es fundamental la presencia del adulto como guía en esta etapa de los juegos.
  

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/640798/sociedad/42porciento-chicos-juega-menos-tres-veces-semana-al-aire-libre.html - See more at: http://www.contextotucuman.com/nota/10658/menos-tele-menos-compu-y-mas-aire-libre-para-los-chicos.html#sthash.3JQt27qY.dpuf

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