Heroínas reales Tuvieron cáncer de mama y crearon propuestas para ayudar a las demás

"No me convence eso del hilo rojo -por la leyenda que dice que hay personas destinadas a encontrarse. Pero si fuera así, habría otro cordón rosa para las mujeres que tuvimos cáncer de mama”.
La frase es de Ana Paula Borbolla, una diseñadora de indumentaria que, después de su mastectomía (la extirpación total de la glándula), decidió darle un giro a su carrera y hacer por cuenta propia corpiños para quienes pasaron por lo mismo.
La reflexión tiene que ver con que, como ella, hay una gran cantidad de mujeres que a partir de esta enfermedad decidieron impulsar proyectos para acompañar a quienes están en tratamiento -con todos los cambios físicos y emocionales que llevan- y en dar un mensaje positivo sobre las altas posibilidades de cura -más aún, con un diagnóstico a tiempo. Algunas de estas iniciativas son ciento por ciento solidarias y en otras, la ganancia no es el principal foco.
Ana Paula Borbolla diseña y fabricaropa interior para mujeres que tuvieron una masectomia. Foto: Andres D'Elia
Ana Paula Borbolla diseña y fabricaropa interior para mujeres que tuvieron una masectomia. Foto: Andres D'Elia
“Tal vez esto se da porque el cáncer de mama impacta mucho en la imagen y en la esencia femenina”, completa Carina Terzian quien, una vez recuperada, se especializó en estética oncológica.
Además, este es el tipo de cáncer más frecuente en la mujer -una de cada ocho que viva hasta los 80 años lo tendrá en algún momento- y que, detectado a tiempo, las posibilidades de cura superan el 90 por ciento.

Pelucas solidarias

María Marta Conderanné sabe bien esto de pensar en quienes recién recibieron su diagnóstico. En 2014, le detectaron un tumor y, por sus antecedentes familiares, le indicaron quimio.
Cuando averiguó el precio de las pelucas, quedó más que sorprendida. Entonces, una de sus amigas del alma, Jimena Ferrer, le ofreció cortarse el pelo y fabricarla artesanalmente. Al mismo tiempo, los compañeros de trabajo de su marido juntaron plata y se la regalaron.
“Tenía 37 años y mis hijos eran muy chicos. No quería que para ellos fuera muy chocante verme pelada”.
Manos unidas, el grupo Pelucas Solidarias de Baradero.
Manos unidas, el grupo Pelucas Solidarias de Baradero.
La propuesta de Jimena quedó latente y, con el tratamiento de María Marta todavía reciente, empezaron a averiguar -junto a otra amiga, Mercedes Cardoso-, si su idea era posible.
Se contactaron con Evangelina García Blanco, fundadora de Pelucas de Esperanza de Gualeguaychú, y viajaron desde Baradero, su ciudad, para que ella les enseñe.
El siguiente paso fue fijar un día y un lugar de encuentro semanal, ingeniárselas para conseguir fondos y convocar a más interesadas.
María Marta Conderanné, con sus compañeras de quimio, un tiempo después. "Ayuda mucho ccompartir con quienes están en la misma", dice.
María Marta Conderanné, con sus compañeras de quimio, un tiempo después. "Ayuda mucho ccompartir con quienes están en la misma", dice.
Hoy Pelucas Solidarias Baradero, ese es el nombre el grupo, cuenta con 17 voluntarias (cinco tuvieron cáncer de mama). Además, en estos cuatro años entregaron más de 700 pelucas, asesoraron a nueve asociaciones de otras ciudades y en 2016, ganaron el premio Mujeres Solidarias de la Fundación Avon.
Otro de sus hitos: desde hace tres años, cada octubre realizan en Baradero una caminata de concientización. En 2017, con la recaudación de la venta de las remeras con su logo equiparon la sala de oncología del hospital municipal y pusieron en funcionamiento el mamógrafo.
“Me propuse transformar la enfermedad en algo positivo y siento que lo estoy logrando”, resume María Marta.

Belleza fundamental

Para Carina Terzian, la cuestión de verse bien también fue reveladora. Durante su quimio, empezó a implementar para sí misma su experiencia de 20 años como cosmiatra y esteticista holística. “Me manejaba un poco por intuición y también, por las consultas que había recibido en mi gabinete”, dice, siete años más tarde.
Carina Terzian se especializó en estética oncológica (Constanza Niscovolos).
Carina Terzian se especializó en estética oncológica (Constanza Niscovolos).
Además, una amiga y sus compañeras de trabajo la ayudaban a maquillarse y a acomodar el turbante. “Era como un juego”.
Le recomendaron en esos meses acercarse a Macma (Movimiento Ayuda Cáncer de Mama). Asistió a un grupo para pacientes, siguió como colaboradora y, sin pensarlo, se lanzó a organizar los cursos de automaquillaje.
Ya más armada, con el apoyo de su marido, decidió cerrar su centro de estética y orientarse hacia las necesidades estéticas de las mujeres en tratamiento oncológico. “En otras partes del mundo es algo muy desarrollado. Acá, hay todavía mucho por hacer”, completa.
Hizo un curso online que le resultó esclarecedor, investigó por su cuenta y, junto con una amiga-socia, armó un programa de capacitación para otras profesionales.
Para Carina Terzian, verse bien no es pura frivolidad (Constanza Niscovolos).
Para Carina Terzian, verse bien no es pura frivolidad (Constanza Niscovolos).
Con su experiencia como base, se anotó como voluntaria en hospitales públicos (entre ellos, el Curie) y armó un consultorio en Macma.
Como broche, obtuvo este año una beca de actualización en España. “Ahí me convencí de que lo estoy armando no es una locura”, completa.
Uno de sus mayores orgullos: la sonrisa de las mujeres que perdieron sus cejas por la quimio cuando se ven maquilladas.
“Antes de enfermarme, ni remotamente me hubiera imaginado que este era mi camino”, agrega.
Sobre el agua
Y, si el cáncer de mama lleva mucho remo; para Matilde Yahni, esto es más que literal. Como médica -especializada en familia y en diabetes y nutrición-, una vez superadas la cirugía y las sesiones de rayos, sintió la responsabilidad de concientizar sobre las posibilidades posteriores de lograr una buena calidad de vida.
Escuchó en una radio la entrevista a una argentina instalada en Vancouver que integra un equipo de remo para mujeres que tuvieron extracción de ganglios (está comprobado esta práctica contribuye a disminuir la hinchazón en los brazos que es una de las consecuencias típicas de esta intervención).
Rosas del Plata, en la competencia de Florencia.
Rosas del Plata, en la competencia de Florencia.
“Esa nota me iluminó. Es el deporte que practiqué desde chica. Pensé: remo y cáncer de mama. Esto es para mí”.
Contactó enseguida a una amiga de la infancia que había tenido la enfermedad y armaron en 2015 la asociación Rosas del Plata, que reúne a 20 mujeres de entre 35 y 82 años.
El llamado por esta nota fue poco días después de su regreso de una competencia en Florencia, Italia, entre todos los equipos que tienen el mismo espíritu que “Rosas...”. Algo así como un Mundial de la especialidad.
Matilde estaba exultante con la experiencia: “Fue el momento más emocionante de mi vida. Eramos 5.000 mujeres que atravesamos el cáncer y que estábamos ahí para mostrar que se puede tener una linda vida después de la enfermedad”, contó casi sin tomarse un segundo para tomar aire.

Corpiños para todas

El empujón para Ana Paula Borbolla, en cambio, fue una frase de su oncóloga -la doctora Liliana Zamora, del Hospital Italiano. “Vos creés que es casualidad que, con tu laburo, tengas cáncer de mama y no haya ropa interior para las chicas, como vos, que lo pasaron”, le dijo en la primera consulta.
Ana Paula, tenía en ese momento 30 años y estaba en pleno shock por la operación -de acuerdo al tamaño del tumor le indicaron una mastectomía- y los efectos del tratamiento hormonal que recién iniciaba.
Para Ana Paula Borbolla, los corpiños para  Andres D'Elia
Para Ana Paula Borbolla, los corpiños para Andres D'Elia
Al mismo tiempo, su ritmo laboral empezó a hacerle ruido. Tenía jornadas interminables en una empresa importante de ropa interior y el tiempo de viaje diario le resultaba demoledor.
También entendió enseguida a qué se refería su oncóloga. En el período entre la primera cirugía y la operación de reconstrucción (suele ser de entre seis meses a un año), le pedía a las costureras con quienes trabajaba que le armaran corpiños que se amoldaran a los extensores -son prótesis vacías y se van llenando a medida que la piel cede. La otra alternativa posible era comprarlos en una ortopedia, donde muchas veces ni siquiera hay probadores y los modelos ni remotamente están pensados con algo de diseño.
“Me di cuenta de que era la única afortunada que podía hacer eso y de lo acertado que fue el consejo de mi médica. No quería que nada me delate que tenía una teta menos. Hay gente que te dice, pero eso no es tan trágico. Claro, porque ellos no lo pasaron”.
Por otro lado, “quería bajar un cambio y hacer algo por la causa.
Ya más armada, renunció a su trabajo y lanzó su emprendimiento de ropa interior y trajes de baño. El diferencial: una línea especial para mujeres con una o sin lolas, ​con colores, detalles de encaje, puntillas o transparencias. Más allá de su orgullo, esta línea representa el 60 por ciento de sus ventas. 
La principal publicidad: la recomendación por parte de los mastólogos y oncólogos. “Repartí tarjetas entre médicos conocidos o que fui contactando y, a partir de ahí, se fue generando la difusión boca a boca”.  
Me cuesta llevar sola el proyecto. Pero la paz que siento no se compara con nada”, concluye.

Comentarios

Entradas populares