“Coparon la terapia intensiva y rompieron todo”
Un médico acusó a parientes de un hombre fallecido de golpearlo y provocar que pacientes graves estuvieran 90 minutos sin atención.
Hace 19 Hs 25
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FERNANDO DÜRIG. El médico que denunció una brutal golpiza. la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio
“Hablo sobre esto porque la violencia es general y recurrente en los establecimientos de salud. El caso mío es la gota que rebasó el vaso. Si no damos a conocer los casos, quedan en la nada. No tengo miedo, tengo fastidio. Me harta que pasen estas cosas y no se tomen cartas en el asunto. Deberían salir leyes que nos apoyen”, despotricó el médico Federico Dürig, quien denunció que los familiares de un paciente fallecido le dieron una paliza el domingo a la mañana y luego realizaron destrozos en el Sanatorio del Norte.
El facultativo mencionó que, en los 18 años que lleva al frente de salas de terapia intensiva, recibió insultos y amenazas por parte de personas que reaccionaban así ante la muerte de un ser querido, pero que este episodio cruzó un límite. “Eran unos cinco y todos me golpeaban, incluso la esposa y la hija del paciente. Me molestaría que esto quede impune. Entiendo su dolor pero nada justifica lo que hicieron”, resaltó. Esa agresión llevó al médico a escribir un largo mensaje que se viralizó por los grupos de WhatsApp de médicos de la provincia, en el que relató el momento. Ayer, cientos de colegas lo llamaron para solidarizarse.
“Creí que me mataban”
El paciente era Fabián Salvatierra, de 54 años, quien falleció algunos minutos antes de las 7. Sus familiares estaban en el sanatorio ubicado en Maipú al 600 porque habían sido llamados; su estado era crítico. El hombre se encontraba internado desde el 26 de febrero y tenía problemas respiratorios. “Era un paciente diabético que estuvo mucho tiempo en asistencia respiratoria mecánica. Cuando se agotaba, había que intubarlo de nuevo. Estaba con atrofia muscular y tenía poco resto para respirar por sí solo”, explicó el médico, que ayer fue denunciado por presunta mala praxis por los familiares del fallecido. Ante esto, aclaró que sólo puede responder por lo que pasó en su guardia de los sábados a la noche y que se actuó “de la mejor manera”. Además, añadió que hace tres semanas el paciente vivió un episodio parecido. “Le salvé la vida”, se refirió el especialista.
“Cuando llamé a los familiares y les expliqué lo que había ocurrido, el hijo se me abalanzó y me dijo que era un asesino y un hijo de puta. Me golpeó en el rostro. Logré escapar de la terapia. Antes de llegar a la escalera me alcanzaron y me patotearon de nuevo. Creí que me mataban. Me lesionaron la parte interior de los labios, perdí dos dientes, tengo hematomas en la espalda. Me tiraron al piso y me rompieron la ropa”, relató Dürig, quien afirmó que las agresiones terminaron cuando logró ganar la puerta; en ese momento pasaba un policía que logró evitar una golpiza mayor. Pero a la historia todavía le quedaba un capítulo.
“Lo más grave es que ellos volvieron a subir, coparon la terapia intensiva y rompieron todo: computadoras, puertas, vidrios. Las dos enfermeras que estaban en ese momento, por temor, salieron corriendo. Y era obvio, no se iban a quedar ahí para que les peguen. En esa sala hay pacientes en estado crítico que estuvieron una hora sin atención”, culpó el médico, quien agregó que en el sanatorio, en ese momento, no había policías ni guardias privados.
Por último, el médico aconsejó: “Hay sistemas, como en el hospital Italiano de Buenos Aires, en los que siempre hay una custodia y los familiares están debidamente identificados. Eso serviría mucho para evitar esto”.
Los parientes de Fabián Salvatierra, el paciente fallecido, se presentaron alrededor de las 9 de la mañana en la comisaría 1° para denunciar que el médico Federico Dürig había incurrido en una mala praxis.
“Lo internaron el 26 de febrero por un herpes. El 6 de marzo sufrió un ataque respiratorio por un virus que se contagió en ese sanatorio; en ese momento lo tuvieron que pasar a terapia por los problemas en sus pulmones. Un análisis mostró que ese mal lo había incubado allí y un neumonólogo observó que tenía líquido en los pulmones. Se había recomendado una traqueotomía, pero esto tuvo que esperar porque tenía bajas las plaquetas”, dijo a la Policía Pablo Salvatierra, hijo del paciente.
“El médico Dürig nos informó que tenía que intubarlo porque no respondía, pero no realizó la traqueotomía. Luego de unos minutos nos informó que había fallecido por un paro cardiorrespiratorio. Nosotros lo acusamos porque le colocó un tubo que originó que se le reventaran los pulmones”, acusó el denunciante. Desde la fiscalía se ordenó una autopsia y por el momento no hubo ninguna aprehensión.
El facultativo mencionó que, en los 18 años que lleva al frente de salas de terapia intensiva, recibió insultos y amenazas por parte de personas que reaccionaban así ante la muerte de un ser querido, pero que este episodio cruzó un límite. “Eran unos cinco y todos me golpeaban, incluso la esposa y la hija del paciente. Me molestaría que esto quede impune. Entiendo su dolor pero nada justifica lo que hicieron”, resaltó. Esa agresión llevó al médico a escribir un largo mensaje que se viralizó por los grupos de WhatsApp de médicos de la provincia, en el que relató el momento. Ayer, cientos de colegas lo llamaron para solidarizarse.
“Creí que me mataban”
El paciente era Fabián Salvatierra, de 54 años, quien falleció algunos minutos antes de las 7. Sus familiares estaban en el sanatorio ubicado en Maipú al 600 porque habían sido llamados; su estado era crítico. El hombre se encontraba internado desde el 26 de febrero y tenía problemas respiratorios. “Era un paciente diabético que estuvo mucho tiempo en asistencia respiratoria mecánica. Cuando se agotaba, había que intubarlo de nuevo. Estaba con atrofia muscular y tenía poco resto para respirar por sí solo”, explicó el médico, que ayer fue denunciado por presunta mala praxis por los familiares del fallecido. Ante esto, aclaró que sólo puede responder por lo que pasó en su guardia de los sábados a la noche y que se actuó “de la mejor manera”. Además, añadió que hace tres semanas el paciente vivió un episodio parecido. “Le salvé la vida”, se refirió el especialista.
“Cuando llamé a los familiares y les expliqué lo que había ocurrido, el hijo se me abalanzó y me dijo que era un asesino y un hijo de puta. Me golpeó en el rostro. Logré escapar de la terapia. Antes de llegar a la escalera me alcanzaron y me patotearon de nuevo. Creí que me mataban. Me lesionaron la parte interior de los labios, perdí dos dientes, tengo hematomas en la espalda. Me tiraron al piso y me rompieron la ropa”, relató Dürig, quien afirmó que las agresiones terminaron cuando logró ganar la puerta; en ese momento pasaba un policía que logró evitar una golpiza mayor. Pero a la historia todavía le quedaba un capítulo.
“Lo más grave es que ellos volvieron a subir, coparon la terapia intensiva y rompieron todo: computadoras, puertas, vidrios. Las dos enfermeras que estaban en ese momento, por temor, salieron corriendo. Y era obvio, no se iban a quedar ahí para que les peguen. En esa sala hay pacientes en estado crítico que estuvieron una hora sin atención”, culpó el médico, quien agregó que en el sanatorio, en ese momento, no había policías ni guardias privados.
Por último, el médico aconsejó: “Hay sistemas, como en el hospital Italiano de Buenos Aires, en los que siempre hay una custodia y los familiares están debidamente identificados. Eso serviría mucho para evitar esto”.
Los parientes de Fabián Salvatierra, el paciente fallecido, se presentaron alrededor de las 9 de la mañana en la comisaría 1° para denunciar que el médico Federico Dürig había incurrido en una mala praxis.
“Lo internaron el 26 de febrero por un herpes. El 6 de marzo sufrió un ataque respiratorio por un virus que se contagió en ese sanatorio; en ese momento lo tuvieron que pasar a terapia por los problemas en sus pulmones. Un análisis mostró que ese mal lo había incubado allí y un neumonólogo observó que tenía líquido en los pulmones. Se había recomendado una traqueotomía, pero esto tuvo que esperar porque tenía bajas las plaquetas”, dijo a la Policía Pablo Salvatierra, hijo del paciente.
“El médico Dürig nos informó que tenía que intubarlo porque no respondía, pero no realizó la traqueotomía. Luego de unos minutos nos informó que había fallecido por un paro cardiorrespiratorio. Nosotros lo acusamos porque le colocó un tubo que originó que se le reventaran los pulmones”, acusó el denunciante. Desde la fiscalía se ordenó una autopsia y por el momento no hubo ninguna aprehensión.
“Estamos preocupados. El gerente del Sanatorio Norte me contó de los destrozos, que los pacientes quedaron más de una hora sin médicos porque nadie podía ingresar a la guardia. Pusieron en peligro la vida de muchas personas. Imagínese que un paciente infartado ve que llegan personas a destrozar la sala; podría haber ocurrido una desgracia. Esto fue un acto vandálico”, opinó el Carlos Fernández, presidente del Colegio Médico de Tucumán, sobre la denuncia por agresiones que realizó el terapista Federico Dürig.
Fernández indicó que de inmediato que la entidad se pondrá a disposición del médico agredido y que, en primera instancia, le ofrecerá la asistencia de un abogado. “Después vamos a golpear las puertas del Ejecutivo y el Legislativo, porque las agresiones ocurren a diario. Notamos que esto pasa cada vez más. Lo que ocurre es que el médico muchas veces no lo cuenta ni lo denuncia”, afirmó.
El presidente del Colegio hizo especial hincapié en que la fórmula para prevenir estas agresiones está en la Legislatura. “Hay que aprobar leyes para proteger a los médicos. No puede ir una persona a agredirlo y que no pase nada. Esta gente tiene que estar detenida. Además, en este caso hay un gran costo económico de lo que rompieron”, acusó.
En ese sentido también opinó la médica gremialista Adriana Bueno, referente de Sitas: “lamentablemente, duerme en una comisión el proyecto para proteger a los médicos y los docentes. Nosotros somos una suerte de puching ball que siempre tenemos que comprender esas situaciones pero necesitamos que nos cuiden. Si uno les informa a los familiares que desmejoraron los pacientes, muchas veces se enojan. Hay un gran deterioro en las relaciones en general, y por supuesto esto repercute entre los médicos y familiares. Además, hay que entender que si alguien está en terapia, está grave”.
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