La psoriasis, en la piel de los chicos


Salud
Se manifiesta con manchas y escamitas en la piel que provocan molestias y picazón, pero además impacta a nivel emocional. 

-Ma, no voy más al colegio.
El brote había llegado hasta el cuello. Y comenzaba en los pies (o viceversa). Esto no tenía nada que ver con las plaquitas en el cuero cabelludo con las que convivía desde muy chiquito. En tan solo dos días, su cuerpo se había poblado de manchas rojas. Era imposible ocultarlas en el vestuario del club, por eso no solo pasó veinte días sin ir a la escuela, sino que también dejó jugar al fútbol. Solo salía de su casa para ir al hospital a cumplir con el tratamiento indicado. A sus 13 años, la psoriasis le había mostrado una cara más agresiva.
Lautaro ahora viaja tres veces por semana desde Escobar al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, en Palermo. Allí se somete a breves sesiones de fototerapia, que lo ayudaron mucho en el control del brote. “Ya está todo apagado”, dice aliviada su mamá, Andrea Crespo. Su propia piel sabe de psoriasis. A ella la primera plaquita en la cabeza le salió a los seis años, poco después de la separación de sus padres. Y a los 13 tuvo también su primer brote. Pero la enfermedad nunca le había dolido tanto (“fue durísimo”) como cuando diagnosticaron a su chiquito de tres años, que tuvo que despedirse de sus rulos que llegaban hasta los hombros y empezar un tratamiento con champú y lociones especiales para combatir esas escamitas que le habían salido en la cabeza.
La psoriasis es una enfermedad crónica (no tiene cura pero sí tratamiento) y autoinmune (es el sistema inmunológico el que falla) que se manifiesta generalmente con manchas rojas con piel escamada en su superficie que provocan molestias y picazón. “Si bien no es contagiosa, el hecho de estar presente en la piel y ser visible puede afectar la autoestima y confianza de los niños y generar culpa, temor y ansiedad en los padres”, dice Paula Luna, dermatóloga pediátrica de los hospitales Ramos Mejía y Alemán. La especialista colaboró en la confección de “Cuentos que no pican”, un libro de descarga gratuitapresentado hoy por la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO) que, a través de cuatro historias y coloridas ilustraciones, busca acompañar a los chicos que tienen la enfermedad y de ayudarlos a transitar las emociones asociadas a ella (la vergüenza, el aislamiento, los miedos). “Es una herramienta para padres y maestros que se desarrolló con el objetivo de educar, informar y despertar la atención y la comprensión”, sostuvo Silvia Fernández Barrio, presidenta de la agrupación de pacientes.
En los chicos la enfermedad suele ser poco sintomática. Habitualmente se manifiesta con pequeñas lesiones que, incluso, pueden confundir a un ojo no entrenado y ser tratadas por otra cosa. “Entonces ese chico sigue sin la etiqueta de psoriasis hasta la vida adulta, donde aparecen las tensiones de la vida moderna, la incorporación a la vida laboral, los conflictos con los jefes y los compañeros y ahí la psoriasis se dispara, pero la tuvieron desde mucho antes porque suele comenzar en la infancia”, explica José Mássimo, jefe del servicio de Dermatología del Gutiérrez.
Es que aunque en la psoriasis el aspecto genético es predisponente, el principal desencadenante es el factor emocional. La pérdida de un ser querido, una mudanza, el cambio de colegio, o la separación de los padres son fuertes disparadores de la enfermedad.
La clave, subraya Mássimo, está en acceder a un diagnóstico certero en forma oportuna. “Conociendo el problema de entrada, vos te enfocás en el tratamiento. Porque una de las cuestiones bravas es la calidad de vida. Los chicos que tienen muchas escamas en el cuero cabelludo o en los dedos (que les dificultan agarrar las cosas), o tienen las uñas deformadas ven afectada su calidad de vida. Pero si vos lo trabajás desde temprano con medicación podés morigerar mucho el impacto en él y su familia. Por lo general, a los chicos se los maneja bien con cremitas, si no hay una segunda arma que es la fototerapia”.
El especialista, que presidirá del 20 al 22 de octubre el VIII Congreso Latinoamericano de Dermatología Pediátrica, pone especial énfasis en que los chicos con psoriasis sean atendidos por dermatólogos pediatras. “Sabemos hablar con los padres y con los chicos. Al chico no hay que mentirle, hay que decirle la verdad, dulcemente pero la verdad. Todos venimos con algo puesto, pero tiene que saber que en el médico tiene un amigo que lo va a ayudar a zafar de esto”.
Andrea tiene psoriasis, pero la enfermedad nunca le dolió tanto como cuando se la diagnosticaron a su hijo.
Andrea tiene psoriasis, pero la enfermedad nunca le dolió tanto como cuando se la diagnosticaron a su hijo.
Los hospitales pediátricos cuentan con servicios de dermatología de referencia en el diagnóstico y tratamiento de este tipo de patologías. En la Ciudad, además del Gutiérrez, el Garrahan y el Pedro Elizalde; y en el resto del país los hospitales de niños de La Plata, Córdoba, Santa Fe, Rosario, Mendoza y Tucumán, entre otros.
Cuando Lautaro volvió al colegio, sus compañeros y docentes lo recibieron cálidamente. Lo mismo ocurrió en su regreso al club. “Está totalmente integrado y pasó ese período de aislamiento”, dice Andrea, que está agradecida con el tratamiento recibido en el hospital público (“tengo obra social, pero los que me respondieron fueron ellos”). Su hijo además hace terapia para tratar los aspectos emocionales vinculados a la enfermedad.
Indicación unánime: que haga vida normal. Con o sin lesiones. “Lauti, vos no sos esto -le dijo el médico, recuerda su mamá-. Sos una persona con valores, principios y muchas cosas más y tenés que demostrarle a tu enfermedad y al mundo que vos valés mucho más que estas manchas rojas.”

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