Le salvaron la vida de bebé y se reencontraron 16 años después


Resignar para dar
Planeaban su viaje de egresados en un colegio de Gaiman. Pero supieron que Guillermo sufría una grave enfermedad y donaron el dinero para operarlo. Hoy, a los 19, él les agradece.  

El 20 de julio de 2000, una noticia conmovió al país. Un grupo de estudiantes de un colegio de Gaiman, un pueblo vecino a Trelew, donaba el dinero que habían juntado para el viaje de egresados para que un chico de solo 3 años pueda ser operado de una grave enfermedad la que le impedía un crecimiento normal. La información, publicada en la edición de Clarín del 21 de ese mes, movilizó hasta al entonces presidente Fernando de la Rúa.
Pasaron 16 años. Un grupo de aquellos egresados volvió a encontrarse con Guillermo Villagra, que hoy tiene 19 años, trabaja en un club del pueblo y le dijo a Clarín: “Nunca voy a poder pagarles lo que hicieron por mí. Lo único que puedo hacer es vivir dignamente para demostrarle que lo que hicieron no fue en vano”.
Silvina Weise es profesora de Geografìa; Leticia Ruano, radióloga; Noelia Brágoli, profesora de gimnasia; Ana Hughes, trabaja en el hospital local al igual que Verónica Hurtado; Florencia Gamarra es auxiliar administrativa de la escuela y Vanesa Aguirre atiende un maxikiosco. Ellas formaron parte de los 25 alumnos que tomaron aquella conmovedora decisión mientras cursaban el último año en el Colegio Camwy de Gaiman, la pintoresca localidad de Chubut donde reside la más importante colonia galesa. Y la que en 1997 visitó la princesa de Gales, Lady Di.
Reunidas en la misma aula donde tomaron la decisión aquel invierno patagónico revelaron algunos detalles de aquella decisión. “Lo más triste que sufrimos fue que alguna gente fue al banco a preguntar si de verdad le habíamos depositado la plata en la cuenta de Guillermito”, dijeron.
Pero además contaron algo que todavía emociona. “Había tocado el timbre para el recreo. Milton del Real, uno de los líderes del grupo nos dijo que no saliéramos. Y tiró la propuesta. Nos pasamos todo el recreo charlando. Pero no hubo ni una sola objeción: le íbamos a dar la plata a Guillermito”.
Los chicos habían juntado 5.000 pesos producto de la organización de bailes, venta de empanadas y otras actividades que aún realizan los estudiantes con el mismo fin. Era una decisión difícil porque se quedarían sin el dinero para cumplir el sueño de todo egresado. “Decidimos donar 4.000. Con los otros mil íbamos a ir aunque sea un día a Pirámide a ver ballenas”, dijeron las chicas sonriendo.
Pero hubo otro momento emotivo. Citaron a los padres para la tarde siguiente. Los hicieron sentar en los pupitres. Y ellos, desde el centro del aula les comunicaron la decisión. “Nuestros padres no lo podían creer. Algunos lloraron. Y nos apoyaron desde un primer momento”.
Guillermito tenía una malformación congénita craneofacial llamada faciocraneoestenosis. La enfermedad hace que el desarrollo de los huesos del cráneo sea inferior a lo normal y entonces el cerebro se comprima. Con el dinero que aportaron los chicos y un préstamo de la obra social se pudo costear la operación en el Garraham. Y se recuperó. En aquel momento, el chico vivía con su tía Valentina que cobraba una jubilación de 400 pesos. Y con su papá que estaba desocupado. Valentina falleció en septiembre pasado. “Se fue algo de mi, fue como mi madre o más”, le dijo Guillermo a Clarín.
Después de la operación volvió a Chubut. Los chicos fueron a esperarlo al aeropuerto de Trelew. Miguelito no los conocía. Pero fue muy emocionante verlo como se abalanzó en sus brazos. “Aquel momento no podemos olvidarlo jamás. Creo que todos lloramos”, recuerdan las chicas. Como así tampoco olvidan el baile de egresados: “Salimos todos con nuestros padres. Hasta que el locutor dijo: “Y ahora el egresado 26”. Y ante nuestra sorpresa apareció Guillermito vestido con un frac”.
Después del gesto, los alumnos tuvieron su premio. El gobierno de Córdoba les pagó el viaje de egresados que soñaban porque ellos pensaban ir a Carlos Paz. “Hubo gente que pensó que nosotros donamos la plata para que nos ayuden con el viaje. Pero se equivocaban”.
Y es verdad. Porque entre todos habían hecho un pacto de silencio: nadie debía saber nada del tema. Pero el pueblo es chico. Y la noticia se conoció y fue uno de los títulos de tapa de Clarín del 21 de julio. El país se conmovió. A fin de año fueron elegidos entre los 10 personajes del año de la revista Viva. Y estuvieron un año contestando cartas de todo el país: “Nos turnábamos porque eran tantas que no nos daba el tiempo”.
Volvieron a encontrarse en el colegio. Se sacaron las misas fotos, algunas con sus hijos en brazos. Y volvieron a emocionarse como en aquel mes de julio que siempre recuerdan porque ellas y Guillermo nunca podrán olvidarlo.

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