Coco Sily: "Leo y practico meditaciones de Osho"


El favorito de ¡ExtraShow!
El actor se corre un rato del personaje de “macho”. Y confiesa: “Yo quería ser basurero”. Además, habla de sus inicios y "Gol de Dios", su nuevo espectáculo. ¡MIRÁ EL VIDEO!

¿Sos creyente, Coco?
No soy un creyente tradicional ni pertenezco a ninguna religión específica. Soy un tipo que cree en que hay una energía superior y que nosotros somos parte de esa energía. Me gusta mucho leer. Esencialmente, aunque va en contra de mi personaje de La cátedra del macho, leo y practico algunas meditaciones de Osho hace muchos años, más de 20.
¿Cómo meditás?
Depende. Algunas meditaciones tienen que ver con la mañana, como la “Dinámica”. Es una hora, se divide en 3 pasos: el movimiento físico, descomponer la mente hasta volverla loca y una etapa de silencio. A la tarde hay otra que se llama “Kundalini”. Es una actitud bastante maraca con respecto a La cátedra del macho. Pero yo elegí a Osho como mi maestro. En Oriente, cuando vos te presentás ante los maestros te cambian el nombre. Así que yo tengo otro nombre que nadie conoce. Es una ceremonia simbólica. Vos mandás una carta contando que Osho es tu maestro. Y ellos te mandan un regalito: una especie de rosario con la foto de Osho y un nombre. Mi nombre oriental es Vetmano, que significa ir más allá de la mente.
O sea que la temática “religiosa” de tu nueva obra, “Gol de Dios”, no es tan descabellada.
El origen del espectáculo es que yo creo que no hay nada más divertido en el mundo que las anécdotas. En el espectáculo descubro que estoy muerto y me toca pasar al juicio con Dios. Le cuento que fui buen tipo, pero me doy cuenta de que para ganarme el paraíso tengo que lograr que se ría. Entonces le cuento anécdotas para eso.
¿Cómo llegaste a ser actor?
Soy un tipo que viene de un lugar humilde. Iba a un colegio, me echaron de uno y de otro. Mi vida era el fútbol e ir a bailar con los pibes. Al mismo tiempo, dentro mío, siempre hubo un buscador. No sé de dónde vino. No tenía ningún antecedente de actuación, nunca había ido al teatro en mi puta vida, ni me gustaba el cine. Pero un día conocí un pibe al que nadie le daba bola. Me contó que hacía teatro. Yo no sabía ni qué carajo era eso. Tenía 16 años. Me acuerdo que me invitó a una obra en un sótano en San Telmo. Cuando empezó sentí que levitaba, quería estar ahí arriba, empujar a uno y subirme al escenario. Se llamabaCriaturas, de Alberto Adellach. Ahí surgió la vocación.
 
Todos queremos ser Alfredo Alcón, pero estoy agradecido de que me identifiquen con un actor cómico".
¿A qué pensabas dedicarte antes?
De chico decía que quería ser abogado o basurero. Las viejas, las tías, decían: ‘Este va a ser abogado, porque viste cómo habla’. Empecé a estudiar en el Teatro Escuela de San Telmo. En el secundario, en el último colegio al que fui, conocí a mi preceptor que era payaso. Me ofreció laburar con él. Y trabajé mucho tiempo de payaso animando fiestas infantiles, hasta los 26 años. Vivía muy bien. El nombre de mi personaje era “Achicoria”.
¿La fama le pegó bien al pibe de barrio?
Lo mío fue escalón por escalón. La primera vez que salí en tele, que fue en Canal 13, en Teleshow, yo hacía de chofer. Me acuerdo que esa noche fui a cenar a un restaurante y fui siete veces al baño para ver si alguien me reconocía. ¡Había estado 12 segundos en cámara!
¿En algún momento te pesó que la gente sólo te relacione con el humor?
Tenés cierto prejuicio interno, porque todos queremos ser Alfredo Alcón. Pero, más allá de eso, estoy recontra agradecido de que me identifiquen con un actor cómico. Jamás me pelearía con eso, estoy orgulloso. Mi carrera todavía tiene paño. Tendré tiempo para demostrar mis valías. Mientras tanto, estoy feliz con que me relacionen con el humor y me griten “maaacho” en la calle.
Sostenías mucho tu personaje. Hoy arrancó la nota y contaste que leés a Osho. Quizá hay algo inconsciente de desprenderte de eso.
El espectáculo nuevo tiene que ver con eso. Me bajé de un éxito muy fuerte. Lo último que hice fue el Luna Park, fue un hecho histórico. Cuando fuimos, los dueños nos dijeron que estábamos locos. Yo tuve que solidificar y sustentar “El macho". Quizás ahora haya algo inconsciente. Por ahí, a los 50 años estoy más tranquilo. Mucho tiempo tuve miedo de que mis hijos se caguen de hambre, de no poder pagarles la obra social, el colegio. Cuando me fue tan bien con La cátedra...que pude armarles un futurito y decir “sé que si parto les queda esto para que puedan arrancar”, eso quizá me liberó de la culpa. Esa culpa peronista de “hay que laburar”. Hoy puedo elegir.

Comentarios

Entradas populares