Abuelos golondrina



A los mayores que conviven con sus hijos por turnos se les conoce como 'abuelos golondrina', un cambio constante de domicilio que puede afectar a su salud. Seguir estos consejos mejorará su bienestar.

Quiénes son los 'abuelos golondrina'

Mujer mayor con una maleta
La tendencia de los abuelos golondrina, que se ven obligados a 'rotar' de casa en casa de familiares, genera problemas para todas las partes.

Actualizado: 11 de abril de 2019

El envejecimiento poblacional conlleva que exista un alto número de personas mayores que han perdido las capacidades necesarias para vivir solos. Para darles el mejor cuidado, algunos hijos optan por acogerlos en sus casas, estableciendo un turno para que cada cierto tiempo el abuelo se mude al hogar de otro hijo, compartiendo así su tutela. De esta forma el mayor nunca está solo, pero tampoco tiene una residencia fija; a estos ancianos que viven con sus hijos rotativamente se les se conoce como 'abuelos golondrina'

Nadie quiere hacerse mayor y volverse dependiente, pero la realidad es que cada vez vivimos más años, y es evidente que aunque se goce de buena salud las capacidades se van perdiendo. Inevitablemente la visión, la destreza, la agilidad y la fuerza, es decir, las habilidades que nos permiten ser autónomos, se reducen, lo que dificulta la autonomía. Llega un momento en el que una persona mayor no es capaz de asearse adecuadamente, presenta un alto riesgo de caídas, y resulta peligroso que cocine, por lo que no es conveniente que viva solo sin la ayuda de otra persona.

¿Quién cuida del abuelo?

Ante esta situación son varias las soluciones a las que se pueden acoger. Por un lado existe la posibilidad de acudir a una residencia para la tercera edad, pero por motivos económicos no todo el mundo se lo puede permitir y, además, a algunas personas no les gusta la idea de vivir fuera de su entorno conviviendo con desconocidos.


Otra opción es que una profesional cualificado preste el servicio de cuidador conviviendo con el adulto mayor, pero también tiene sus detractores, ya que cabe la posibilidad de que el dependiente no quiera que un extraño entre a vivir en su casa, además del coste económico que supone.

Como alternativa a esta opción, en ocasiones es un familiar el que adopta el rol de cuidador, y aunque pueda parece la mejor solución, no siempre lo es porque el familiar no suele estar capacitado, tanto a nivel formativo como psicológico, para realizar las tareas que demanda una persona mayor, algo que, a su vez, tiene que compaginar con su vida y obligaciones, situación que suele desencadenar en un estado estresante y de frustración para el cuidador, y una posible falta de atención para el mayor.

Una solución bastante habitual, siempre que el dependiente tenga varios hijos, es que se vaya a vivir con ellos, estableciendo unos turnos para que, cada cierto tiempo, el abuelo resida con las diferentes familias. Con esta medida lo que se pretende es que siempre esté acompañado, y que ninguno de los hijos cargue en exclusiva con las tareas que supone cuidar de una persona mayor. Bajo este planteamiento parece el plan perfecto, sin embargo, conlleva una serie de circunstancias que se deben tener en cuenta para que estos 'abuelos golondrina' no lo pasen mal en el último periodo de su vida.

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