Insomnio primario :
Prevalencia
No se conoce el índice exacto de prevalencia del insomnio primario en la población general. Los estudios poblacionales muestran
una prevalencia anual de quejas de insomnio
del 30-40 % en los adultos (si bien no se ha establecido el porcentaje de personas cuyo trastorno del sueño cum- pliría los criterios para el insomnio primario). En los centros especializados en trastornos del sue-
ño aproximadamente a un 15-25 % de los individuos con insomnio crónico se les diagnostica in- somnio
primario.
Curso
Los factores que desencadenan el insomnio primario
pueden ser muy diferentes de los que lo
mantienen. La mayoría de los casos tienen un inicio repentino, coincidiendo con una situación
de estrés psicológico, social o médico.
El insomnio primario
persiste a menudo mucho tiempo después de que la causa originaria
haya desaparecido, debido a la presencia de un nivel de alerta alto
y de
un condicionamiento negativo.
Por ejemplo, una persona con una herida dolorosa y que pasa mucho
tiempo en cama y tiene problemas para dormir puede desarrollar asociaciones negativas en torno al sueño. Así pues, las asociaciones negativas,
el nivel de alerta aumentado
y los despertares condicionados pueden
persistir después del período de convalecencia, produciendo insomnio primario. Algo similar
ocurre con el insomnio que aparece como consecuencia de una situación
de estrés psicológico agudo o de un trastorno
mental. Por ejemplo,
el insomnio que aparece durante un trastorno depresivo mayor puede constituir
un foco excesivo de atención,
con el consiguiente condicionamiento
negativo y la persistencia durante
mucho tiempo después
de la resolución del
episodio depresivo. En algunos casos el insomnio
primario puede aparecer
de manera gradual
en ausencia de un agente estresante
claro.
El insomnio primario
se inicia habitualmente en las primeras
etapas de la vida adulta o en la
edad media de la vida, y es raro observarlo
en la infancia o la adolescencia. Sin embargo, en casos excepcionales el insomnio aparece
en la infancia. El curso de este trastorno es variable: puede limitarse a un período de varios meses, especialmente si es producido
por un estresante psicológico o médico que posteriormente desaparece. El curso más frecuente de esta enfermedad consiste en una fase inicial
de empeoramiento progresivo durante semanas o meses, seguido
de una fase crónica
de alteración del sueño que puede durar muchos años. Algunos individuos presentan un curso episódico, con períodos de mejor o peor sueño, que aparece
en respuesta a diferentes
acontecimientos de la vida como vacaciones o estrés.
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