Avance de científicos argentinos Hallan déficits del lenguaje que pueden ser un signo temprano del Parkinson


Su detección permitiría intervenir precozmente mediante una intervención económica y así disminuir el impacto de la enfermedad
Los investigadores argentinos realizaron un importante avance en el estudio del Parkinson. 
 
Después del mal de Alzheimer, el de Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa por su frecuencia a partir de la sexta década de vida. Conocido como un trastorno del movimiento, que produce temblor en reposo y rigidez muscular, entre otros síntomas, su diagnóstico es complejo y se basa en manifestaciones clínicas que se presentan cuando el paciente ya perdió hasta el 80% de las neuronas que ayudan a controlar la coordinación, la llamada sustancia negra.
Ahora, dos trabajos de científicos argentinos encabezados por Agustín Ibañez, director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco-Conicet-Nufin), y Adolfo García, Profesor Adjunto de Neurolingüística de la Facultad de Educación Elemental y Especial de la Universidad Nacional de Cuyo, sugieren que podría existir un biomarcador para detectar el Parkinson en una etapa precoz. Lo singular es que estos signos tempranos no serían del movimiento, sino del lenguaje. O, más bien, del acoplamiento entre movimiento y lenguaje.
"Todos sabemos que el lenguaje es una ventana hacia quiénes somos y cómo nos sentimos -explica García-. Ahora estamos descubriendo que nuestra conducta verbal incluso puede revelar qué tipo de patología motora presenta nuestro cerebro."
En el nivel teórico, el lenguaje viene siendo tradicionalmente estudiado por sus aspectos sintácticos y formales, desde Chomsky hasta la lingüística computacional. Pero desde hace algún tiempo, los científicos también están poniendo la lupa en la relación entre el lenguaje de acción y las patologías motoras.
Los verbos de acción, sobre todo los de acción corporal, tienen un acompañamiento de las estructuras motoras del cerebro
"En los últimos 10 o 15 años, ha habido un giro: se analiza si los contenidos del lenguaje tienen que ver con la experiencia o si están dados de forma genética, predeterminada -afirma Ibañez-. A ese enfoque se lo llama «embodied cognition» o «cognición corporizada» y parte de la hipótesis de que las experiencias van a moldear los significados. En particular, una línea afirma que los verbos de acción, sobre todo los de acción corporal, tienen un acompañamiento de las estructuras motoras del cerebro. La forma fácil de entenderlo es que cuando uno escucha la palabra «saltar», tienden a activarse áreas motoras como si uno estuviera saltando realmente."
García, Ibañez y su equipo ya habían detectado déficits selectivos en los verbos de acción en pacientes con Parkinson a través de una prueba que llamaron action sentence compatibility effect o ACE [efecto de compatibilidad entre la oración y la acción]. Consiste en hacerles escuchar a los pacientes frases con verbos que se ejecutan con la mano abierta o cerrada (como "aplaudir" o "agarrar") y pedirles que aprieten un dispositivo conectado con una computadora con el puño abierto o cerrado, según corresponda. Lo que vieron es que las personas con esta patología neurodegenerativa no pueden hacer coincidir la acción con la palabra.
También mostraron que otras patologías motoras no cerebrales, como la neuromielitis óptica o la mielitis transversa, que son enfermedades del sistema músculoesquelético, no mostraban ese tipo de inconveniente.
 
En el primero de los nuevos experimentos, publicado en la revista Cortex, mostraron que es posible registrar estas faltas de correlación muy tempranamente.
"Estudiamos las funciones ejecutivas, de coordinar, secuenciar, y unir el pensamiento y la acción -detalla Ibañez-, y encontramos que solamente los verbos de acción estaban afectados tempranamente, incluso cuando no había ningún otro deterioro cognitivo. "
Por otro lado, en un estudio liderado por Margherita Melloni, publicado en Scientific Reports, de Nature, confirmaron que los "potenciales evocados" [la modificación del potencial eléctrico producido por el sistema nervioso en respuesta a una estimulación externa, que se mide por el electroencefalograma] y la conectividad cerebral durante la ejecución del ACE no sólo estaban atenuados en el Parkinson, sino que al contrario de lo que ocurre en individuos sanos, la distinción que se observa cuando la acción es compatible o no con el verbo motor (el potencial evocado es mayor en el primer caso y menor en el segundo) estaba anulada en las personas con Parkinson.
"Estudiamos las redes cerebrales frontotemporales y encontramos que, durante la prueba ACE, los pacientes tenían infinitamente más reducida la conectividad cerebral que los controles -agrega Ibañez-; de hecho, la atrofia de los ganglios basales en los pacientes predecía los déficits de acoplamiento entre las redes semánticas y motoras durante la tarea."
Para García, "la búsqueda de marcadores neurocognitivos tempranos para enfermedades neurodegenerativas es clave, porque sabemos que el deterioro cerebral en estos cuadros puede comenzar hasta veinte o más años antes de la aparición de síntomas clínicos. Cuanto antes detectemos la presencia de un proceso neurodegenerativo, más rápidamente podremos intervenir para disminuir el impacto de la enfermedad".
Así, cuando hay daño en las redes cerebrales que intervienen en la acción corporal, surgen déficits selectivos o diferenciales en las palabras que nombran dichas acciones
Esta línea de investigación también revela aspectos hasta ahora no aclarados del lenguaje humano. "Durante décadas se creyó que la información lingüística constaba de símbolos arbitrarios que no guardaban relación alguna con otros dominios cognitivos -subraya el investigador-. Nuestros resultados demuestran que, por el contrario, el significado de las palabras se vincula con otros circuitos cognitivos, como el sistema motor. Así, cuando hay daño en las redes cerebrales que intervienen en la acción corporal, surgen déficits selectivos o diferenciales en las palabras que nombran dichas acciones."
Para los científicos, los resultados de estos trabajos tienen varias vertientes atractivas. Las pruebas empleadas son relativamente sencillas y de bajo costo, lo que podría facilitar su masificación. Es más, éste y otros estudios sugieren que puede haber un mecanismo bidireccional; es decir, que el entrenamiento en verbos de acción podría facilitar la coordinación de acciones específicas y al revés.
"A diferencia de otras patologías, en el Parkinson hay mucha variabilidad -concluye Ibañez-, por eso también es muy interesante la idea de poder encontrar marcadores tempranos que permitan predecir el deterioro de estos pacientes. El pronóstico es el próximo paso."

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