"La distancia entre géneros es siempre un retroceso"


La bestséller inglesa de literatura romántica presentó su última novela y repudió la idiosincrasia machista.    
"La distancia entre géneros es siempre un retroceso"
Convicción. "Mis personajes no responden a los estereotipos de la televisión y el cine", explica. / Gerardo DellOro
Es rubia, menuda, y sus dientecitos níveos asoman cada vez que sonríe con un efecto de picardía infantil. Pero hay que decir que bajo esa apariencia ingenua de fragilidad que muestra Jojo Moyes se esconde una mujer convencida, una ex editora solvente del mundo periodístico. Con 47 años, lleva publicados 15 títulos, que más de una vez, y en numerosos países, la ubicaron a la cabeza de las listas de los libros más vendidos. Ganó en dos oportunidades el Premio de Novela Romántica del Año que otorga la Asociación de Novelistas Románticos, creada en 1960 y con sede en Inglaterra, y es una de las más reconocidas autoras del género a nivel mundial.
Pasó por Buenos Aires para presentar su último libro, La chica que dejaste atrás (Suma) y su presencia convocó a miles de adolescentes en la última edición de la Feria del Libro. Lo suyo es una literatura romántica de fórmula, escrita con eficacia. En su estadía en el país quedó impactada por las cifras de femicidios que se registran en la actualidad y conversó de ello con Clarín.
- Es escalofriante -exclama-. A mí me gusta pensar que mis novelas alientan la emancipación femenina y combaten el estereotipo de las mujeres que son víctimas pasivas, merecedoras de la violencia o el trofeo de los hombres que se las disputan. Por el contrario, procuro que muestren mujeres fuertes y atractivas que se hacen cargo de sus propias elecciones y hasta salvan a los hombres, como en este último libro. Ojalá sirva a muchas lectoras para entender que pueden vivir y estar mejor si son capaces de replantearse qué quieren ser y qué desean. Es el principio, para liberarse de condicionamientos externos e internos. Todavía hay demasiadas mujeres víctimas de sociedades que las presionan para que no se salgan de los márgenes, pero eso es posible. Quisiera transmitir ese mensaje.
La obra no siempre corre pareja con las intenciones explícitas. En La chica que dejaste atrás, la autora relata la vida de Sophie y Liv Halston, dos mujeres separadas por un siglo pero unidas por su determinación a luchar por lo que aman. Por este libro recibió comentarios elogiosos en Los Angeles Times, que la calificó como “una historia de amor excepcional” y The Washington Post (”un homenaje a la audacia, la determinación y la inteligencia”), entre otros medios. Moyes argumenta que parte de la clave de su éxito es que, como ella misma, sus protagonistas femeninas también son lo suficientemente fuertes como para sostener sus elecciones.
- Son personajes muy distintos a los estereotipos que reproducen la televisión y el cine, en donde casi siempre somos víctimas de violencia y abusos. Yo misma soy producto de la lucha: he peleado por lo que quería y alcancé esos objetivos.
Nacida en Londres en 1969, debe su fama principalmente a las mencionadas Yo antes de ti -donde narró el romance entre una enfermera y un joven tetrapléjico que le pedía a su amor ayuda para terminar con su vida- y Después de ti. Cuando la MGM compró los derechos de la primera para llevarla al cine, Moyes, que además adaptó el guion, se volvió una autora popular.
Antes había trabajado como periodista durante diez años en el diario británico The Independent, y luego, durante una breve estadía en Hong Kong, en el South China Morning Post. Pero cuando se hizo conocida optó por dedicarse exclusivamente a los libros. Claro que los editores no la conocían y tardaron años en prestarle atención.
- En los comienzos escribí tres libros, uno tras otro, y cada uno fue rechazado -explica-. En 2002, después de tres negativas que pusieron a prueba mi autoestima, estaba escribiendo el cuarto libro cuando tuve a mi primer hijo (tengo tres) y estuve cerca de abandonar la ficción.
- ¿Por qué no lo hizo?
- Entendí que mi mayor deseo era escribir y que no estaba dispuesta a vivir pendiente de lo que opinaran los demás.
- ¿Reconoce algún elemento común con los relatos amorosos clásicos?
- Que dos personas se enamoren, se tomen de la mano y caminen juntos hacia el atardecer no le interesa a nadie. Suelen ser, entonces, versiones de una imposibilidad.
- ¿Cuál es su inspiración a la hora de crear sus personajes femeninos?
- Admiro profundamente a esas mujeres refugiadas o que corren en medio de la guerra llevando a sus hijos a cuestas. Tuve una abuela que además me enseñó a no tener miedo: se enamoró de mi abuelo en la guerra y fue capaz de subirse a cualquier máquina que volara para ir a verlo. No hay nada que una mujer decidida no pueda lograr. Y hoy tengo una hija de 19 años, pienso en ella cada vez que me siento a escribir. Quisiera mostrarle que una puede ser amable y fuerte a la vez.
- La protagonista, Sophie, se acuesta con un soldado alemán, que ha invadido su país, mientras su marido pelea en el frente, aunque lo hace por amor a su esposo. ¿Suele incorporar este tipo de dilemas morales en sus historias románticas?
- Siempre. Me gusta incomodar al lector, sacarlo de ciertas formas rígidas del pensamiento. Sophie se acuesta con el enemigo pero ¿quién puede decir que en su misma situación no haría lo mismo, si fuera por una causa mayor? En Yo antes de ti, el disparador fue una noticia real: un hijo tetrapléjico pidió a sus padres que lo llevaran a una clínica suiza para asistirlo a terminar con su vida. Me impactó muchísimo, y en mi novela esa paradoja se traslada a una pareja de amantes: ¿ayudarías a morir a alguien que amás? Me gusta cuestionar la liviandad con la que juzgamos las acciones ajenas.
- Usted ha dicho que fomentar la empatía es la función esencial de la literatura. Eso deja afuera a todos los literatos malditos...
- Esa es su principal función. Los libros tienen la función de desacomodar esos pensamientos tan rígidos, llevar al lector a un lugar en el que nunca estuvo; y eso mismo es lo que me propongo que me ocurra cuando escribo. Me gusta la gente que tiene buenas intenciones pero hace cosas estúpidas, comete errores, sufre y se enfurece; todo eso cabe en el amor.
- En la Argentina es asesinada una mujer por día, muchas de ellas lo son en el marco de la familia. ¿Cómo cree que es posible ayudar a las mujeres jóvenes a diferenciar pasión de violencia?
- Debemos enseñarles a las más jóvenes a reconocer el peligro: el maltrato no tiene nada que ver con el amor ni con la pasión. Confundir los tantos es muy peligroso. Los medios de comunicación muchas veces reproducen el equívoco.
- ¿Qué cree que buscan los lectores juveniles en las novelas de amor?
- Situaciones con las que sentirse involucrados, y que les permitan sentir y pensar. La gente vive cada vez más disociada de sus emociones, pareciera que hay que moverse o triunfar a partir de otros parámetros, son tiempos extraños.
- ¿Y cómo evita el riesgo de volverse pedagógica?
- Sin ‘bajar línea’ sobre cómo pensar y planteando interrogantes que lleven a nuevos puntos de vista.
- ¿Cree que el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos representa un retroceso para las mujeres de ese país?
- Definitivamente. A mí me interesan las mujeres que hacen cosas, no las que compran cosas. Y la mayor distancia entre los géneros siempre es un retroceso. 

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