La dieta mediterránea ayuda a mantener la juventud genética

La dieta mediterránea ayuda a mantener la juventud genética

Estilo de vida saludable
Según un nuevo estudio de la Universidad de Harvard, ese tipo de alimentación favorece la longevidad.

La relación entre la dieta mediterránea y los beneficios para la salud sigue sumando evidencia científica. Según un reciente estudio realizado en la Universidad de Harvard, llevar ese tipo de alimentación -en cuya base se encuentran las frutas y verduras, las legumbres, los cereales, el pescado, el aceite de oliva y el consumo moderado de vino- ayuda a mantener la juventud genética, dado que se asocia con telómeros más largos, un biomarcador de la longevidad. 

Simplificando al extremo se podría decir que telómeros más largos podrían ser indicio de más años de vida. Pero ¿qué son los telómeros? “Son estructuras especializadas situadas en los extremos de los cromosomas, cuya función principal es proteger la estabilidad del material genético que contienen. Si imaginás los cordones de unos zapatos, los telómeros serían el equivalente al plástico que los protege de ser degradados”, responde a Clarín Marta Crous Bou, una de las autoras de la investigación publicada esta semana en The British Medical Journal. “De manera natural -continúa- los telómeros se acortan con la edad. Es un proceso asociado con la división celular, ya que el ADN que forma los telómeros no es replicado de manera completa, de modo que cada nueva célula siempre hereda unos más cortos que su progenitora”. La menor longitud está relacionada con una disminución de la esperanza de vida y a un mayor riesgo de enfermedades vinculadas con el envejecimiento.
La velocidad a la que se acortan esas estructuras depende de muchos cuestiones, que van desde factores genéticos hasta estilos de vida. “Lo que hemos visto en nuestro estudio es que las personas que tienen una dieta más próxima a la dieta mediterránea tienen los telómeros más largos, por lo que la adherencia a dicha dieta puede ser uno de los factores que contribuye al enlentecimiento de la velocidad a la que se acortan”, explica Crous Bou, bióloga catalana, doctora en Medicina Preventiva y Salud Pública, que actualmente se encuentra en Boston, Estados Unidos, como investigadora de posgrado en la Harvard Medical School.
 
"Las personas que tienen una dieta más próxima a la dieta Mediterránea tienen los telómeros más largos", dice Crous Bou
El estudio se enmarcó dentro de uno mucho más amplio, el Nurses Health Study, que desde 1976 hace un seguimiento de la salud de 120 mil enfermeras de diferentes lugares de Estados Unidos en base a cuestionarios entregados cada dos años en los que se indaga sobre estilos de vida, enfermedades, dieta, entre otros factores. En 1990 se le extrajo sangre a un subgrupo de esas mujeres y esa muestra es la que fue utilizada por el equipo dirigido por la profesora Immaculata De Vivo para medir los telómeros.

El cruce de los resultados de los análisis de la sangre con las respuestas de los cuestionarios de las 4.676 mujeres que participaron del estudio arrojó que aquellas que tenían mayor adherencia a la dieta mediterránea tenían telómeros más largos. “Nuestras conclusiones apoyan aún más las ventajas de la dieta mediterránea para promover la salud y la longevidad”, afirmó De Vivo.

La investigación analizó en forma independiente los principales alimentos comprendidos por ese patrón alimentario -originario de los pueblos del sur de Europa- y no se encontró ninguna asociación significativa entre el consumo de alguno en particular con la mayor longitud de los telómeros, “lo que nos hace pensar que los beneficios para la salud son debidos, no sólo a uno en particular, sino al conjunto”, sostiene Crous Bou. En trabajos futuros buscarán profundizar el estudio de esas relaciones. “Para ello, necesitamos ampliar el estudio a otras poblaciones donde el seguimiento de esta dieta sea mayor. A su vez, queremos explorar esta asociación en hombres. Y el siguiente paso sería ver como se relacionan los telómeros y la dieta mediterránea con la incidencia de enfermedades crónicas, especialmente cardiovasculares”.

Más que una dieta, un estilo de vida

Más que un simple patrón alimentario, la dieta mediterránea -declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- es un estilo de vida que combina el consumo de alimentos típicos de la cuenca del Mediterráneo elaborados en base a recetas que van pasando de generación en generación con la práctica de ejercicio físico moderado, pero diario, según la Fundación Dieta Mediterránea, establecida en Barcelona, España.


La fundación elaboró un decálogo con recomendaciones básicas para quienes deseen llevar este estilo de vida:

- Utilizar aceite de oliva (lo definen como “un tesoro”)
- Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras y frutos secos
- Incluir pan, pasta, arroz (especialmente integral) y cereales en la alimentación diaria
- Preferir alimentos poco procesados, frescos y de estación. Consumir diariamente lácteos (preferentemente yogur y quesos)
- Carne roja, con moderación (cortes magros y en pequeñas cantidades)
- Pescado en abundancia y de tres a cuatro huevos por semana
- Incorporar a la fruta fresca como postre habitual. Dulces y tortas, sólo ocasionalmente
- El agua, bebida por excelencia. Vino, con moderación y durante las comidas
- La actividad física diaria, tan importante como una buena alimentación.

Argentina, muy lejos del Mediterráneo

De esos 10 puntos, el argentino promedio cumple sólo con dos: el consumo alto de lácteos y de vino con moderación, apunta la médica nutricionista Mónica Katz. 

En el país, la ingesta anual de aceite de oliva per cápita es de 250 ml, notablemente inferior a los 23 litros de Grecia, o a los 15 de Italia y España. En cuanto a las legumbres, el consumo local representa un tercio del europeo. Y en el arroz la diferencia es abismal: seis kilos en Argentina contra 76 de España.

Las frutas y verduras también arrojan déficit: el argentino sólo come dos porciones al día, según la 3° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR 2013), la mitad de la recomendación mínima. Y no prefiere alimentos de estación. “Aquí se consume todo el año de todo, no hay hábito de buscar lo de estación que no sólo es favorable para la gente y el planeta, sino también más económico”, sostiene Katz.

En estas tierras, a diferencia de lo que propone el decálogo mediterráneo, se come mucha carne roja y poco pescado (menos de la mitad del promedio mundial). Y tampoco se cumple la pauta del ejercicio diario, ya que de acuerdo a datos de la ENFR, uno de cada dos habitantes del país realizan poca actividad física.

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