Qué las vacaciones no te caigan pesadas
Para que el ansiado viaje de descanso y placer no tenga una escala en el hospital vale la pena controlar un poco las tentaciones que ofrecen a menudo la gastronomía y las bebidas de otros países. Tener especial cuidado con el agua, los picantes y las comidas callejeras.
Por fin llega el tan ansiado viaje de las vacaciones: descanso, otros paisajes, otro clima, otros sabores... Vamos a detenernos en este rubro: platos exóticos, mariscos frescos, salsas picantes, comidas especiadas... ¿No sería una verdadera lástima que las vacaciones soñadas terminen siendo indigeribles? ¿Qué debemos tener en cuenta para disfrutar del erotismo gastronómico sin que el sistema digestivo sufra las consecuencias?
El riesgo no es necesariamente muy alto -a menos que haya alguna patología preexistente-, pero existe, tiene su explicaciones científicas y no es complicado minimizarlo.
“Nuestro organismo lidia a diario con cierto tipo de microorganismos y sabe en general defenderse de ellos; pero en otros lugares las bacterias y los virus circulantes pueden ser diferentes -advierte Guillermo Mirolo, gastroenterólogo del hospital Centro de Salud-. Y una de las consecuencias hasta tiene su propio nombre: ‘la diarrea del viajero’”.
Uno de los temas críticos -señala- es el agua. Y lo confirman las estadísticas: de toda América latina, sólo en Argentina, Uruguay y Chile puede considerarse bebible, en términos generales, el agua de red. De hecho, según Wikipedia, Uruguay es el único que ha logrado cobertura casi universal de agua potable segura.
“En la mayoría del país el agua es potable -confirma por su parte la periodista chilena especializada en salud Patricia Morales-; pero los balnearios más chicos o más alejados podrían no tener agua potable; en esos casos usan agua de pozo”. Así que, consejo número uno: en cualquier otro país de Iberoamérica es preferible tomar agua mineral. Y en México la recomiendan hasta para lavarse los dientes. Como derivación, cuidado con las frutas y las verduras: hay que lavarlas con agua segura. Si no se puede, pelar las frutas y evitar las verduras crudas.
La otra cara de la moneda
Pero no sólo una diarrea puede amargarte las vacaciones. A veces ocurre el fenómeno inverso: el intestino “extraña” el inodoro propio. “El fenómeno tiene más una base psicológica que clínica, pero lo cierto es que ocurre; muchos pacientes ven como un obstáculo que en casi ningún otro país hay bidet”, reconoce Mirolo, y recomienda no pasar por alto la incorporación de fibra en las comidas.
Una maldición gástrica
(Por Guadalupe Norte)
Cuenta la leyenda que los turistas que visiten México en sus vacaciones sufrirán de una venganza… intestinal.
Conocida como la venganza de Moctezuma, la historia de esta curiosa maldición se remonta a la época de la conquista española y a las actividades comerciales que se realizaban desde el territorio azteca hasta el Viejo Continente.
En su afán por exportar la materia prima local e ignorando las tradiciones de sus habitantes, los españoles procesaban el maíz descartando una serie de tratamientos previos para que pudiese ser consumido sin riesgos de intoxicación.
La falta de cuidados necesarios ocasionó una gran cantidad de muertes por irritaciones estomacales, afecciones intestinales y cólicos intensos.
La población nativa consideró que este mal era una venganza del último rey azteca, Moctezuma, hacia los invasores extranjeros por el sufrimiento causado y, desde entonces, se dice que la misma maldición aqueja a los forasteros; produciendo la “diarrea del turista”.
Por supuesto, ajena a las condenas imperialistas, la enfermedad es causada por los cambios alimenticios que experimentan los turistas (como las diferencias de preparación, cocción y sazonado de las comidas) y las condiciones del agua.
Consejos saludables
Comidas callejeras
A veces, entre excursión y excursión no hay tiempo para detenerse en un restaurante y se opta, en cambio, por los puestos callejeros de comida, o los mercados. En esos casos hay que prestar atención a la frescura de los alimentos y a la conservación de la cadena de frío, especialmente con los mariscos y los pescados. Además, es común que estos negocios reutilicen el aceite para freír o las comidas se encuentren expuestas al sol durante largas horas. Una buena solución es preguntar por referencias a los pobladores y procurar asegurarse de que los alimentos estén bien cocidos.
Picante como el infierno
En destinos turísticos como México, Perú, India y otras regiones de Asia abundan las comidas picantes y condimentadas. Y la valentía inicial de los visitantes por probarlas puede traer como consecuencia irritaciones digestivas de todo tipo. Hay que tomar con calma los platos que contengan chile, ajíes y guindillas; sus variedades tienen una intensidad mayor a la que estamos acostumbrados.
Hielo y helados
La potabilidad del agua de red en casi todos los países de América latina y en muchos de los asiáticos, tan de moda estos años, no está asegurada.
Es importarte informarte si el hotel o restaurante donde estás cuenta con sistema de filtrado para purificar el agua. Y conviene tener en cuenta que la misma advertencia es válida para los cubos de hielo y los helados de agua, que suelen estar preparados con el con agua de la canilla.
¿Qué llevar en el botiquín?
• La medicación habitual, pero con dosis de más. Las tentaciones pueden generar mayor demanda.
• Antihistamínicos para potenciales reacciones alérgicas.
• Protectores gástricos.
• Medicamentos antidiarreicos.
• Medicamentos antieméticos para combatir náuseas y vómitos (la marca comercial más conocida es Reliverán).
• Laxantes suaves para una eventual constipación.
Y aunque no sea un medicamento, es buena idea tener siempre a mano toallitas húmedas para la higiene íntima.
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