El consumo de alcohol entre los adolescentes se duplicó en una década

Un problema que afecta a los menores de 18 años.Lo reveló un informe del Ministerio de Salud. Empiezan a tomar cada vez más temprano, sin diferencia entre varones y mujeres. Sólo 3 de cada 10 padres hablan el tema con sus hijos.

El abuso de alcohol en los adolescentes se duplicó durante la última década, según un informe difundido por el Ministerio de Salud de la Nación. La edad promedio de inicio es a los 13 años, no hay más diferencias entre varones y mujeres y, según los expertos, los espacios de consumo se han ampliado: a la “previa” al boliche se sumó el abuso de alcohol durante el día, incluso antes y después de la escuela.“Desde 2001 a 2011 se observa un incremento ostensible (113%) de la prevalencia de abuso de alcohol en estudiantes secundarios.El mayor aumento del período se observa entre los años 2001 y 2005, con un 67%”, sostiene el informe, a partir de la 5° Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media realizada por la Sedronar.Los datos también mencionan que las consultas por emergencias en jóvenes por consumo de drogas subieron un 40% entre 2009 y 2012; la más utilizada es la marihuana.Según un estudio del Observatorio de Políticas Públicas en Adicciones del Gobierno de la Ciudad (OPPAD), las bebidas que más eligen los jóvenes son cerveza, destilados y vino, en ese orden. Los fines de semana son los días de mayor consumo: solo el 16% de los chicos afirma que en su grupo de amigos no se consume alcohol. La bebida está directamente asociada al ocio y la diversión. Además, la investigación del OPPAD halló que los chicos valoran el alcohol como “facilitador de las relaciones y de la amistad” y que toman “para sentirse grandes”. Los especialistas advierten que, en los últimos años, al consumo nocturno se sumaron las borracheras durante el día. Además, señalan que el consumo empieza cada vez más temprano. Y que ya no hay diferencias de género: las mujeres toman tanto como los varones.Entre los motivos para explicar los altos niveles de consumo, el OPPAD enumera “falta de control parental, ausencia de límites, la necesidad de llamar la atención, falta de contención, el fácil acceso (en el hogar, supermercado o delivery)”. La ley 24.788, de 1997, estableció que los kioscos no pueden vender alcohol. Los menores de 18 años tampoco pueden comprar en supermercados y almacenes. De todos modos, los “deliveries” y la falta de control gubernamental permiten que estas normas no se cumplan. “En algunos casos son los padres quienes compran el alcohol para la previa de sus hijos. Aquí hay una responsabilidad social que no se está asumiendo. No se trata de prohibir, sino de generar conciencia y poner límites”, dijo a Clarín Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).Bianco advirtió que “los adultos no tienen conciencia de que el alcohol es una droga”. Y enfatizó que, entre los adolescentes –especialmente entre las chicas–, “el alcohol produce adicción a menores cantidades de consumo”.“Durante las últimas décadas en la industria del ocio juega un rol central el creciente poder de las multinacionales del alcohol, cuyas inversiones publicitarias se dirigen predominantemente hacia la población joven”, afirman los especialistas Ana Lía Kornblit, Ana Clara Camarotti y Pablo Francisco Di Leo en su reciente libro Brindemos con salud (Noveduc, 2014). “Simultáneamente, desde el mundo de los adultos se han producido dos formas de corrimiento –agregan–. Por un lado, el abandono por parte de las familias de algunas de sus tradicionales formas de control y de la transmisión de valores; por otro lado, las escasas políticas dirigidas a la creación de espacios públicos destinados a los jóvenes”.Los especialistas coinciden en que el diálogo en la familia es clave para prevenir los excesos. Pero una investigación de Quilmes y Asociación Conciencia realizada este año encontró que solo 3 de cada 10 padres hablan con sus hijos sobre el consumo de alcohol antes de los 10 años. Según la encuesta, aunque existe la percepción de que los adolescentes en general toman mucho, el 91% de los padres creen que su hijo no toma “nada”: el problema se atribuye a otros. A contramano de esta impresión, los datos indican que el problema está presente en cada vez más hogares.

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